La Historia y Crecimiento de la Iglesia Cristiana
La iglesia cristiana como tal nace en el día de Pentecostés, según se relata en el libro de Hechos, capítulo 2. En ese día, 120 creyentes estaban reunidos en el aposento alto, posiblemente en la casa de Juan, cuando el Espíritu Santo descendió sobre ellos. Hechos 2:2-4 describe este evento: “Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”.
Este evento marcó el inicio de la iglesia cristiana y su expansión. En ese mismo día, Pedro predicó su primer mensaje al mundo gentil, compuesto por griegos, medos, partos y otras naciones. La predicación de Pedro, como se describe en Hechos 2:14-41, trajo una cosecha abundante: 5,000 almas se convirtieron y fueron bautizadas. Posteriormente, en un segundo mensaje, 3,000 más fueron añadidos, alcanzando así 8,000 creyentes en poco tiempo.
Características de la Iglesia Primitiva
La iglesia primitiva vivía en comunión y compartía todo en común, como se describe en Hechos 4:32: “Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común”. Nadie pasaba necesidad, pues los que tenían propiedades las vendían y el dinero era entregado íntegramente a la iglesia para ayudar a los más necesitados.
Los apóstoles también obraban milagros con el poder del Espíritu Santo. Hechos 5:15 menciona que la gente sacaba a los enfermos a las calles para que, al pasar Pedro, su sombra los sanara. Un ejemplo impactante de sanidad es el del hombre cojo en la puerta del templo La Hermosa, narrado en Hechos 3:6-8: “Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”. El hombre fue sanado al instante y entró al templo saltando y alabando a Dios.
El Error de la Iglesia Primitiva
A pesar de su crecimiento y unidad, la iglesia primitiva cometió un error: se encerró dentro de Jerusalén y no llevó el evangelio a otras regiones, a pesar de que Jesús había ordenado en Mateo 28:19: “Id, y haced discípulos a todas las naciones”. Esta falta de expansión llevó a una persecución que obligó a los cristianos a dispersarse, lo que finalmente cumplió el propósito divino de llevar el evangelio al mundo.
El aislamiento religioso no es exclusivo de la iglesia primitiva. A lo largo de la historia, comunidades como los monjes medievales o los Amish han optado por vivir separados del mundo. Sin embargo, Jesús enseñó en Juan 17:15-16: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo”. La iglesia debe estar en el mundo sin ser parte de él, cumpliendo su misión evangelizadora.
La Iglesia y la Transformación
El cambio en la vida del creyente es obra del Espíritu Santo, como se menciona en 2 Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. La iglesia tiene la responsabilidad de predicar el evangelio con fidelidad, pero solo Dios puede transformar corazones.
En conclusión, la historia de la iglesia muestra su nacimiento, crecimiento y desafíos. A pesar de sus errores, la iglesia primitiva dejó un modelo de amor, comunión y evangelización. La iglesia actual debe recordar su llamado: no encerrarse, sino salir al mundo para predicar el mensaje de salvación y permitir que Dios transforme vidas a través del poder del Espíritu Santo.
Persecución
En la actualidad, muchos cristianos enfrentan persecución en diversas partes del mundo. En Corea del Norte, la India y otras naciones, hermanos en la fe son encarcelados por proclamar el Evangelio. Incluso en países como México, grupos de cristianos han sido expulsados de sus comunidades, despojados de sus hogares y obligados a vivir en condiciones deplorables. China, Europa y Australia también han sido escenarios de restricciones y persecución hacia los creyentes.
A lo largo de la historia, la persecución de los cristianos ha sido constante. Tras el emperador Nerón, quien desató una brutal represión contra los seguidores de Cristo, surgieron otros gobernantes que continuaron con la opresión. Domiciano, por ejemplo, exilió al apóstol Juan a la isla de Patmos y ordenó la ejecución de Antipas, un pastor fiel, quien fue quemado vivo dentro de una figura de metal en forma de becerro.
El emperador Trajano, en el año 100 d.C., impuso una ley que obligaba a todos a ofrecer incienso a los dioses paganos como prueba de lealtad al Imperio Romano. Muchos cristianos se negaron y fueron martirizados, entre ellos Ignacio de Antioquía, quien fue devorado por fieras en el Coliseo Romano.
Marco Aurelio, gobernante entre el 161 y el 180 d.C., fue uno de los emperadores más crueles en la persecución de cristianos. En su tiempo, comunidades enteras fueron saqueadas y sus habitantes ejecutados. Entre los mártires de esta época se destacan Justino, Potino y Blandina.
Blandina, una joven cristiana en la ciudad de Lyon (hoy Francia), fue brutalmente torturada. Atada a una estaca, animaba a sus hermanos a permanecer firmes en la fe. Al ver que no cedía, la sentaron en una silla de metal al rojo vivo y, más tarde, la arrojaron a un toro que la embistió repetidamente. A pesar del sufrimiento, sus últimas palabras fueron un testimonio de fe: “No nieguen a Cristo”. Su sacrificio inspiró la conversión de muchas personas.
Tras Marco Aurelio, el emperador Séptimo Severo, quien gobernó entre el 202 y el 210 d.C., continuó con la persecución. Atribuyó las pestes y el hambre del Imperio a los cristianos y ordenó su exterminio. Durante su reinado, muchas ciudades, como Cártago, Alejandría y Corinto, fueron testigos del martirio de creyentes. Entre ellos destacaron Leónidas, Orígenes y Perpetua.
Perpetua, una joven noble con un hijo de pocos meses, fue arrestada junto a su esclava Felicidad. Ambas se mantuvieron firmes en su fe a pesar de los intentos de sus familias por hacerlas renunciar a Cristo. En el anfiteatro, fueron azotadas, atacadas por fieras y finalmente ejecutadas por la espada. Su valentía y convicción dejaron un legado imborrable en la historia de la Iglesia.
La persecución de los cristianos no ha cesado. Hoy en día, muchos son oprimidos por mantenerse fieles a los principios bíblicos. Como dice Romanos 5:3-4: “Nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza”. La Iglesia sigue en pie, sostenida por la fe en Cristo, con la certeza de que la fidelidad a Dios es un testimonio poderoso, incluso en medio de la adversidad.
La Iglesia Subterránea y la Persecución en la Historia
Hemos visto cómo la iglesia primitiva se enfrentó a una persecución brutal bajo el Imperio Romano. Se refugiaban en catacumbas, usaban símbolos como el pez para identificarse, y mantenían su fe a pesar de las dificultades. Ahora, vamos a continuar con otros períodos…
La Persecución en la Edad Media
Después de que el cristianismo fue legalizado por Constantino en el Edicto de Milán (313 dC), la iglesia pasó de ser perseguida a ser protegida por el Imperio. Sin embargo, esto no significó e
Persecución en la Era Moderna
Aunque muchos piensan que la persecución cristiana es cosa del pasado, la verdad es que sigue ocurriendo en varias partes del mundo.
Aplicación para nosotros hoy
Conclusión
La iglesia siempre ha sido perseguida, pero nunca ha sido destruida. Jesús dijo en Mateo 16:18:
“Edificaré mi iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.”
Dios sigue fortaleciendo a su pueblo. Sigamos firmes, como aquellos que fueron antes que nosotros, sabiendo que la corona de la vida nos espera.