Cuando el cristiano se lava las manos como Pilato

Mateo 27:18

Este tema está basado en el personaje de Poncio Pilato, una autoridad política en el pueblo de Israel. Pilato fue el quinto prefecto de la provincia romana de Judea, un cargo similar al de un alcalde de un distrito. En su papel de gobernador, tuvo que tomar una decisión crucial respecto a Jesús: ¿Qué hacer con Él?

Nuestro Señor Jesús es una persona maravillosa, pero incluso hoy en día la gente o lo corona o lo crucifica, lo odian o lo aman. No existe un punto medio con Jesús. Pilato es un claro ejemplo de esta realidad. Él, como autoridad en Judea, tenía en sus manos la vida de Cristo. Sin embargo, después de dos mil años, es Jesús quien tiene a Pilato en sus manos, tal como sucederá con nosotros cuando llegue el momento de nuestra eternidad.

Pilato enfrentó voces que lo confrontaban mientras debía decidir qué hacer con Jesús. Estas voces son relevantes también para nosotros, pues nos recuerdan los dilemas que enfrentamos al tomar decisiones sobre nuestra fe.

  1. La voz de la razón

En Mateo 27:18 se menciona que Pilato sabía que habían entregado a Jesús por envidia. La razón le mostraba claramente quién era Jesús y en qué condición se encontraba. Pilato reconocía que Jesús era inocente y que había sido entregado por motivos mezquinos.

Esta misma voz de la razón sigue hablándonos hoy. Algunas personas no creen en Dios porque no lo han visto, pero Jesús es un personaje histórico. Fue visto en vida, en su muerte y también en su resurrección. Aunque Jesús no escribió ningún libro durante sus 33 años y medio en la Tierra, sus discípulos dejaron testimonios escritos acerca de Él, aun a costa de sus vidas. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿Qué persona sería capaz de morir por una mentira, por un mentiroso o por un falso?

Pilato enfrentó la voz de la razón, pero decidió ignorarla.

  1. La voz de la familia
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En Mateo 27:19, la esposa de Pilato le mandó un mensaje: “No tengas nada que ver con este justo, porque hoy he padecido mucho en sueños por causa de Él.” Aunque no se sabe si ella era creyente, tuvo una experiencia con Dios esa noche antes de la crucifixión. Estuvo atormentada por sueños relacionados con Jesús, y Dios usó estos sueños para advertir a Pilato.

Así como la esposa de Pilato, nuestras familias muchas veces son las primeras en hablarnos de Cristo. Nos aconsejan, oran por nosotros y nos invitan a seguir el camino de la salvación. La voz de la familia puede llegar a través de un ser querido, pero también mediante emisoras cristianas, mensajes en redes sociales, prédicas en YouTube, o incluso un cartel en la calle que diga: “Jesús te ama.”

Dios usó todos estos medios para tratar con Pilato. Incluso permitió que su esposa tuviera pesadillas para advertirle. Pero Pilato, al igual que muchas personas hoy, optó por ignorar esa voz.

  1. La voz de la conciencia

En Mateo 27:23, Pilato dijo: “¿Pues qué mal ha hecho?” La conciencia es la parte espiritual que nos advierte cuando estamos violando uno de los mandamientos de Dios o a punto de hacer algo malo.

La conciencia de Pilato lo confrontaba, porque sabía que Jesús no había cometido ningún mal. Frente a todas las señales que confirmaban que Jesús era quien decía ser, Pilato tuvo que enfrentarse a sí mismo. Pero en lugar de tomar una decisión firme, intentó evadir el problema.

Pilato comienza a hacer ciertas cosas que reflejan actitudes comunes hoy en día:

  1. Ignorar a Jesús

En Juan 18:31, Pilato les dice a los judíos: “Tomadle vosotros.” En lugar de tomar una decisión, Pilato intenta ignorar el problema, como si Jesús no existiera. Muchas personas hoy hacen lo mismo. No quieren seguir a Cristo porque no quieren confrontar sus pecados ni pensar en que un día estarán frente a su presencia. Se ocupan en múltiples actividades para evitar tomar una decisión.

  1. Pasar la responsabilidad a otros
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En Lucas 23:6-7, Pilato, al enterarse de que Jesús era galileo, lo envía a Herodes. Aunque él tenía la autoridad para tomar una decisión, eligió trasladar la responsabilidad a otro.

Esta actitud es común en nuestros días. Las personas intentan culpar a otros por sus problemas espirituales o decisiones equivocadas, pero nadie irá al infierno por culpa de otra persona. Cada quien es responsable de sus propios actos y dará cuenta ante Dios.

  1. Pensar que decir cosas buenas sobre Jesús es suficiente

En Lucas 23:14, Pilato dice: “No he hallado en este hombre delito alguno de aquellos que le acusáis.” Pilato creyó que al decir cosas buenas sobre Jesús, quedaría justificado. Sin embargo, muchas personas hoy cometen el mismo error: piensan que con solo tener buenos pensamientos sobre Dios ya son cristianos.

Pero Jesús dijo claramente: “El que no está conmigo, está contra mí.” No basta con palabras o pensamientos positivos; nuestras acciones deben respaldar nuestra fe.

  1. La decisión final de Pilato

En Mateo 27:22, Pilato hace una pregunta crucial: “¿Qué, pues, haré de Jesús llamado el Cristo?” Esta misma pregunta debe resonar en nuestras vidas: ¿Coronaremos a Jesús o lo crucificaremos? ¿Lo amaremos o lo rechazaremos?

Pilato intentó mantenerse neutral. Se lavó las manos y dijo: “Yo no soy culpable.” Sin embargo, esta actitud de neutralidad fue, en sí misma, una decisión. Decidir no decidir es también tomar una postura, y esa postura llevó a Pilato a la condenación.

Aunque Pilato tenía la autoridad para salvar a Jesús, optó por lo más fácil: agradar al pueblo y asegurar su posición. Este error le costó su eternidad. Según registros históricos, Pilato murió años después de una forma terrible de un problema en el estómago y comido por gusanos. Atormentado y consumido por su propio cuerpo.

Conclusión

Pilato no necesitaba lavar sus manos con agua; necesitaba lavar su corazón delante de Dios. Lo mismo aplica para nosotros hoy. Cada uno debe decidir qué hacer con Jesús: ¿Lo serviré o lo rechazaré?

La decisión de Pilato nos deja una lección clara: no podemos ser neutrales ante Jesús porque el tiempo apremia. Decidir no decidir es, en sí mismo, una decisión que tendrá consecuencias eternas.

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