Es un pecado que no se nota tanto, pero que muchas veces es más peligroso que otros pecados que se consideran escandalosos, como el adulterio, el consumo de alcohol o fumar. Este pecado es tan sutil que, en ocasiones, ni siquiera nos damos cuenta de que lo estamos cometiendo. Sin embargo, la mentira tiene el potencial de alejarnos de Dios y llevarnos a la condenación eterna.
¿Qué cosa es mentir?
Hay dos absolutos en la Biblia. Absoluto es algo que no puede cambiar, que nadie lo puede cambiar, y en la Biblia hay dos:
Proverbios 12:22
“Los labios mentirosos son abominación a Yahweh, pero los que hacen verdad son su contentamiento.”
La verdad no solo se dice, según Proverbios, también se hace, porque tú eres lo que hablas. Si eres mentiroso, eso es lo que eres; y si eres verdadero, eso es lo que eres. Cuando una persona miente descaradamente, ante Dios se llama abominación, y abominación significa algo que a Dios le da repugnancia, que no lo tolera, que lo indigna y le molesta profundamente. Entonces, sepa que cuando usted miente, comete una abominación ante los ojos de Dios.
Proverbios 3:10
“Porque el que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua del mal y sus labios no hablen engaño; apártese del mal y haga el bien, busque la paz y sígala.”
Este pasaje nos dice que el engaño te alcanzará; él va detrás de ti. Existe un dicho que dice: “No hay crimen perfecto.” Siempre una persona deja un hueco, algo que permitirá descubrir lo que hizo. De igual forma, no hay mentira perfecta. Toda mentira sale a la luz. Siempre habrá alguien o algo que la delatará, y cuando esa mentira se guarda por mucho tiempo, al revelarse se vuelve más escandalosa. “El que quiere ver días buenos refrene su lengua del mal y sus labios no hablen mentiras.”
¿Por qué la gente miente?
Primeramente, porque tiene miedo. Por ejemplo, tengo que enfrentar una decisión o algo que he hecho, y al confesarlo voy a tener un gran problema encima de mí. Mejor miento, y vuelvo a mentir, y miento las veces que sea necesario. Sin embargo, Dios ha planeado que si digo la verdad, Él me va a librar de eso que me va a venir. Me doy cuenta de que al mentir, lo que estoy provocando es que el problema se vuelva más grave. A veces, el pecado no es tan grave, pero la mentira lo hace más grave.
No decir toda la verdad también es mentira, porque la verdad es absoluta; no es un poquito nada más de la verdad. La verdad es toda la verdad.
Salmo 120:2
“Libra mi alma, oh Yahweh, del labio mentiroso y de la lengua fraudulenta.”
Una lengua fraudulenta es aquella que miente de muchas maneras posibles: miente para cerrar un trato, para hacer un negocio, para pasar por un tema legal. Por ejemplo, si estoy con el abogado y él me recomienda mentir, eso es lengua fraudulenta. También viene de “fraude,” que significa estafar. Por ejemplo, si recibo un billete falso, puedo pensar: “Voy al mercado, y en medio de toda esa aglomeración, lo haré pasar.”
Marcos 7:15
“Lo que sale del hombre, eso lo contamina.” Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la labia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen y contaminan al hombre.
Colosenses 3:9
Todo pecado descubierto trae vergüenza. Si descubren a una persona en adulterio, por ejemplo, esa persona baja la cabeza. Si alguien dice: “Hermana, yo la vi robando,” o “usted está mintiendo,” la evidencia de ese pecado traerá vergüenza. Además, también trae consecuencias. El pecado es parte de la vieja naturaleza. Por eso nosotros mentíamos; éramos expertos en mentir. Para no pagar, mentíamos; para engañar a una mujer, mentíamos; para engañar a un amigo, mentíamos. La mentira era algo normal, pero en Cristo no tiene que ser algo normal. Si la mentira sigue siendo normal, esa persona no se ha despojado del viejo hombre y es un hijo del diablo porque practica la mentira, dice la Palabra de Dios.
Proverbios 10:18
“Calumniar” es decir algo que no sé de la otra parte, que no lo ha hecho o no lo tengo confirmado. Por ello, cuando voy a hablar de alguien, tengo que estar seguro, confirmarlo. Si una persona viene hacia usted con un suceso, dígale: “Vaya a contárselo a ella o a él porque tú lo has visto.” Y si es muy grave, usted le pone un plazo: lo más pronto posible, esta semana o en estos días. Si no lo hace, usted debe decírselo al pastor, porque usted sabe algo que no quiere confesar y es grave.
Proverbios 14:5
Hay un tema que es complicado: cuando dos personas se enfrentan y son los testimonios de solo ellas dos. A veces, uno tiene esa lucha. Las dos personas tienen una versión diferente, ¿cómo saber quién dice la verdad? Lo que hago es analizar la fama. Si una persona nunca ha tenido temas con nadie, guarda su testimonio y nunca ha dado falso testimonio, es más probable que diga la verdad. En cambio, si la otra persona tiene fama de chismosa y de meterse en la vida ajena, es lógico que creeré más a quien ha cuidado su testimonio.
Proverbios 16:28
Cuando tenga un tema, tanto en la iglesia como en su vida personal, aprenda a defenderse solo(a). No meta a otras personas que no tienen nada que ver, porque puede ser un trato de Dios con aquella persona. No cometa el error de ser árbitro, juez o defensor de alguien que haya sido corregido por un hombre de Dios, porque no le ayudará a crecer.
Mateo 5:11
¿Qué pasa cuando mienten y me hacen daño? La Palabra dice: “Gozáos.” Dios no quiere que te quedes quejándote y lamentándote, porque Él es justo.
Proverbios 4:24
Nadie resuelve un pecado como un vicio. Uno nunca lo resuelve hasta que no lo reconoce. Por eso, cuando tengas que decir la verdad, asume la consecuencia. Tu actitud al decir la verdad traerá paz a tu corazón.
Proverbios 15:4
La verdad se puede volver mala por la forma en que la dices. Si en lugar de decirle a la persona afectada, vas con otros, estás actuando con malicia.
Proverbios 17:7
Este pasaje nos dice que hay un motivo más por el cual la gente miente. La palabra “altilocuencia” se refiere a cuando una persona habla de más; hablan mucho, y esto puede llevar a que mienta o peque con su boca. Especialmente se menciona a las mujeres, porque estadísticamente suelen hablar más que los varones. Esto no es porque sean peores, sino porque la mujer es diferente al varón: puede usar ambos hemisferios de su cerebro al mismo tiempo, lo que le permite notar más detalles. Debido a esta característica, las mujeres tienden a hablar más, aproximadamente 60,000 palabras al día, mientras que los varones hablan alrededor de 30,000.
Cuando se habla mucho, hay mayor probabilidad de que en la conversación se deslicen mentiras o errores. Por eso, es importante cuidar la lengua, especialmente si uno tiene tendencia a hablar mucho. Debemos ser sabios y prudentes al expresarnos.
Proverbios 10:32
Cuando conversas con una persona que busca del Señor y que ha aprendido a dominar su lengua, esa persona sabe hablar lo que agrada a Dios. Nunca se deben traer temas del hogar, de la esposa o de asuntos personales frente a personas que no conocen al Señor, porque eso puede generar chismes o calumnias. Es mejor tratar esos temas con un pastor o con algún hermano o hermana maduro en la fe que pueda aconsejarte adecuadamente.
Proverbios 11:13
Si un hermano o hermana viene a contarte algo relacionado con un pecado y no es un asunto grave, puedes aconsejarlo, pero nunca debes divulgar ese secreto. Por ejemplo, cuando los cristianos se sientan a conversar, es común que comiencen con temas edificantes. Sin embargo, si la conversación se alarga demasiado, a menudo se desvían hacia temas que no tienen nada que ver con Dios, y ahí es donde uno puede terminar pecando contra el Señor.
Esto se llama pecado de omisión, porque en lugar de interrumpir y decir: “Ya pues, hermanos, que Dios los bendiga, me retiro,” uno se queda participando de la conversación y no se da cuenta del peligro.
Por ello, les aconsejo que cuando alguien esté armando conversaciones ociosas, alguien diga: “Hermanitos, creo que estamos yendo por otro lado. Me voy retirando, que Dios les bendiga.” Esto suele desinflar el ánimo de quienes estaban con toda la “calentura” de hablar, y no les queda ganas de seguir conversando.
Debemos estar atentos, porque Dios permitirá, y el diablo también provocará, situaciones donde te encuentres en momentos así. Cuando esto suceda, huye, sal de ahí, y verás que será mucho más difícil que caigas en las garras del diablo.