Génesis 6:11-13
La palabra de Dios nos muestra que había maldad en la tierra, una maldad como no se ha visto, presente en todos los niveles imaginables: matanzas, violaciones, abusos, mentiras, robos, todo tipo de pecado caracterizaba la época antediluviana. En Isaías 59:7 se nos dice que “corrían para derramar sangre inocente, y sus pensamientos eran iniquidad y destrucción”. Así era la mente de la gente en los días de Noé: no buscaban hacer el bien, no había quien hiciera el bien, y si algo bueno se hacía, siempre estaba acompañado de maldad o malicia, como ocurre también en nuestros días.
Había derramamiento de sangre inocente como los abortos, los asesinatos, o incluso lo que hoy llaman eutanasia, que no es más que un asesinato legal, con o sin el consentimiento de la persona o de su familia. Todo esto ya existía en los tiempos de Noé.
En el Salmo 7 se dice del impío: “El impío concibió maldad, se preñó de iniquidad, y dio a luz engaño”. Este versículo muestra cómo el corazón del impío está constantemente planeando el mal. Así era la gente en la generación de Noé, y así es mucha gente en esta generación malvada y corrompida. Dios habla del impío como si fuera una mujer embarazada; lo que concibe en su interior es maldad, y lo que da a luz es destrucción. Además, el texto añade: “Pozo ha cavado, y lo ha ahondado; y en el hoyo que hizo caerá”. La maldad que alguien hace siempre vuelve sobre sí mismo tarde o temprano.
Romanos 3:10
En este pasaje, Pablo nos dice que “no hay quien haga lo bueno, ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan; veneno de áspides hay debajo de sus labios”. Aquí se hace énfasis en la importancia de lo que se habla. La calumnia y el chisme son destructivos, y aunque alguien haga cosas buenas, si con su boca destruye lo que hizo, no cuenta delante de Dios. Santiago dijo que quien controla su lengua puede controlar todo su cuerpo. Sin embargo, esto no significa que debamos callar ante el pecado, pues eso también sería ser cómplices. La Biblia dice que debemos reprender al que persiste en pecar, pero no nos llama a convertirlo en chisme, calumnia, o mentira, cosas que Dios condena.
El pasaje continúa diciendo: “Sus pies se apresuran para derramar sangre; quebranto y desventura hay en sus caminos”. Quienes viven en pecado dejan a su paso sufrimiento y destrucción, como un tornado que arrasa todo. Y añade: “No conocieron camino de paz; no hay temor de Dios delante de sus ojos”. Esto se refiere al respeto y reverencia que se debe tener hacia Dios, algo que, lamentablemente, muchos creyentes han perdido, y Dios lo sabe.
La generación de Noé y nuestra actualidad
Al hablar de la generación de Noé, parece que hablamos de nuestra propia generación. En muchos aspectos, nuestra sociedad ha alcanzado o incluso superado la maldad de aquellos tiempos. Hay pecados que hoy se practican y que en los días de Noé no existían.
Dios envió a sus siervos como Noé y Enoc para advertir a la humanidad. Noé no solo construyó un arca; también fue un predicador de justicia. Dios siempre advierte antes de enviar un juicio, como se menciona en Jeremías 19:29: “Desde muy temprano, envié a mis siervos los profetas para advertirles, una y otra vez”. Nadie es destruido por Dios de un momento a otro; siempre hay advertencias.
Cuando un pecado se expone públicamente, como ocurre con líderes religiosos que caen en adulterio o fornicación, no es porque el pecado sea reciente, sino porque ya se había acumulado durante mucho tiempo. Dios advierte, llama al arrepentimiento, y cuando no hay corrección, el pecado se expone.
La corrupción en Génesis 6
La palabra hebrea usada en Génesis 6 para corrompido es shaját, que significa destruir, arruinar, podrir, o llevar a la ruina. Cuando la Biblia dice que “la tierra se corrompió”, describe un estado de descomposición sin posibilidad de restauración. Así estaba la tierra en los días de Noé, y así pueden llegar los corazones de quienes persisten en el pecado.
Cuando la gente se corrompe, las consecuencias son inevitables. El Salmo 17:33 dice que en lugar de abundancia, hay miseria; los manantiales se convierten en desiertos, y la prosperidad se transforma en fracaso. Así es la vida de quien endurece su corazón contra Dios.
El juicio es seguro
Antes de enviar el diluvio, Dios advirtió repetidamente a la humanidad. Como se menciona en Génesis 41:32, cuando Dios repite un mensaje, es porque es seguro que ocurrirá. En nuestra generación, las Escrituras están llenas de advertencias sobre el juicio venidero. Desde Moisés hasta Jesús, todos anunciaron que la tierra será juzgada y desmenuzada.
Levítico 18:25 dice que el pecado contamina la tierra, y llega un punto en que esta “vomita a sus moradores”. La tierra no soporta más la carga del pecado. En los días de Noé, además de la corrupción, la tierra estaba llena de violencia. Incluso hoy vemos rituales, asesinatos y matanzas que se han normalizado, reflejando lo que ocurrió en aquella época.
Conclusión
La maldad humana en los tiempos de Noé es un reflejo de nuestra generación. Dios está llamándonos al arrepentimiento y a buscarle mientras haya tiempo. El período de gracia se está terminando, y lo que viene será mucho peor. Con guerras, crisis económicas y desastres naturales, el mundo está al borde de un colapso.
Aprovechemos la oportunidad que tenemos ahora para buscar a Dios, porque lo que viene será la gran tribulación, y el juicio será inevitable.