Si nos fijamos en los siguientes pasajes bíblicos, para el estudio del tema del divorcio, veremos:
Por lo tanto, 1ª Corintios 6:9-10, afirma: “…No erréis; ni los fornicarios…ni los adúlteros…heredarán el Reino de Dios”.
A partir de aquí concluiremos 5 razones bíblicas en contra del divorcio y del nuevo casamiento del divorciado.
PRIMERA RAZON: Existe un Pacto vigente y una Promesa permanente
Según vemos en el libro de Malaquías 2:14, Dios dice:
Nótese que el verbo “ser”, subrayado en negrita, está en el texto bíblico en tiempo presente y en otras versiones en gerundio. Es decir, en ambas versiones es una acción continua presente (KJV, NKJV, NBLH, BLA, NVI, SEV, RVR, RVR60, RVR95). Cuando decimos esto es porque la idea que trasmite el texto es que sigue siendo esposa aunque el cónyuge desleal haya sido infiel; por lo tanto el vínculo no se rompe por el pecado del otro.
Por lo tanto, la Biblia, la Palabra y voluntad de Dios, dice que el matrimonio:
…ese matrimonio es siempre un PACTO, en el cual Dios está presente como testigo y a su vez, Él toma la palabra de ese compromiso de PROMESA, a las personas que se casan. Un pacto no es un contrato. Un contrato se rompe cuando una de las partes falla, pero Dios, como Legislador del matrimonio, ha establecido claramente que el matrimonio (que Él ha dado), no sea un contrato, sino un PACTO indisoluble. Prueba de que no se disuelve, lo tenemos en pasajes tales como:
En estos pasajes, NO se ven excepciones de ningún tipo para deshacer el matrimonio, es decir, no se dice nada de lo que actualmente se usa como excusa válida para deshacer el matrimonio, como adulterio, abandono y otros.
Para concluir este breve primer punto, sobre el tema del PACTO, hay un pasaje muy singular en el Nuevo Testamento que dice:
Entonces, ¡¡¡¿cuánto más, un PACTO hecho ante el Dios Soberano habrá que respetarse y no se podrá anular?!!! La respuesta es clara: ¡¡¡No se puede!!!
El día que una pareja se casa, ambos PROMETEN ante Dios y ante testigos, fidelidad al cónyuge hasta el fin, de tal manera que por esa promesa dada, quedan atados y comprometidos a cumplirla de por vida, de lo contrario si la persona no cumple su promesa, esa persona pasa por falsa, mentirosa, engañadora e INFIEL. La Biblia habla de la condenación de los falsos, infieles y mentirosos. Cuando un hombre y una mujer hacen un pacto matrimonial, ellos están haciendo un compromiso de palabra, una promesa mutua que tiene más valor aún, que la de sus propias vidas. Incluso en muchas culturas a lo largo de los siglos, aquellos que quebrantaban un pacto, una palabra o una promesa, eran merecedores de la muerte y se convertían en una vergüenza para sus familias.
En conclusión, un creyente, siendo aún “la parte inocente”, por abandono, adulterio, violencia, etc., del otro cónyuge, no puede romper su parte del Pacto volviéndose a casar, porque si lo hace, adultera el Pacto y si rompe su Promesa, se convierte en mentiroso, de la misma manera antes adulteró y mintió el cónyuge culpable. Romper el Pacto matrimonial de forma posterior al cónyuge culpable, no anula el Pacto que aún existe entre ambos cónyuges y ante Dios.
En todo el Antiguo Testamento no vemos a lo largo de siglos, que se haya registrado ni un solo divorcio en los matrimonios del pueblo de Dios, a pesar de encontrar matrimonios conflictivos en todos los patriarcas.
En todo el Nuevo Testamento tampoco hay registrado ni un solo divorcio. Significativo ¿no? Simplemente porque la gente respetaba su Pacto y su Promesa en toda la historia bíblica. Sin embargo, hoy en la Iglesia, acampa el divorcio tanto o más que en el mundo.
SEGUNDA RAZON: Fornicación NO es sinónimo de adulterio
La segunda razón por la cual la Biblia no permite el divorcio, ni nuevo casamiento del divorciado, es que fornicación no significa adulterio, ni es sinónimo de adulterio. Los movimientos a favor del divorcio utilizan forzadamente la excepción del pasaje de Mateo 5:32 y su paralelo Mateo 19:9 para hacer de una excepción, una regla, desvirtuando así, la enseñanza general de la Biblia en este tema, y yendo en contra de las leyes de la Hermenéutica, para defender así el divorcio por causa de adulterio, ni tan siquiera la excepción les sirve para defender su tesis porque una cosa es fornicación (“porneia” πορνεία en griego) y otra muy distinta, adulterio (“moicheia”μοιχεία en griego).
Ahora bien, si Jesús quisiera referirse al adulterio en esos pasajes: ¿Por qué utilizó la palabra fornicación (porneia) y no la palabra adulterio (moichea)? Jesús da buena evidencia en Mateo 19:9 y Mat 5:32, de que Él conocía perfectamente las dos palabras, fornicación (πορνεία) y adulterio (μοιχεία).
De hecho, Él usa las dos palabras en el mismísimo pasaje, pero es evidente que las usa intencionadamente de forma separada. Entonces, si las usa separadamente, ¿quiénes somos nosotros para cambiar fornicación por adulterio si el mismo Hijo de Dios no lo hace?
Por otro lado, en otras partes del Evangelio, el mismo Jesús usa separadamente las palabras fornicación y adulterio. Por ejemplo:
Así que, allí se ve y se prueba claramente, que fornicación no es adulterio y también se prueba que Jesús usa las dos palabras separadamente porque cada una de esas palabras tiene un significado diferente:
Precisamente porque fornicación y adulterio son dos cosas distintas, el Señor usó intencionadamente las dos diferentes palabras en el MISMO versículo de Mateo 5:32 y 19:9. ¿No es eso significativo?
Si el Señor hubiera querido decir: “…excepto en caso de adulterio…”, Él lo hubiera dicho claramente, porque conoce la palabra adulterio (μοιχεία). Pero si usó la palabra fornicación (πορνεία), es porque quiere decirnos otra cosa, y no es, precisamente, adulterio. ¿Llamativo, no?
La Biblia dice que el adulterio puede y debe perdonarse. Porque el perdón bíblico en el Evangelio de la gracia, está por encima, y es superior al adulterio. En todo caso el Evangelio, solo nos permite SEPARACIÓN entre los cónyuge, en casos fuertes de adulterio, violencia, etc. pero no permite el divorcio ni el recasamiento del divorciado.
Esto lo vemos en 1º Corintios 7:10-11:
La palabra griega que se usa en este texto de 1ª Corintios 7 para separación es, “χωριςω” (corízo) que significa, “separarse, irse, marcharse de, apartarse”, etc., pero no se usa la palabra apostasión (“αποοταιόυ”) que significa divorcio, y que es precisamente la palabra que aparece en Mateo 5:31 y 19:7 en el contexto del divorcio.
La separación es incluso una disciplina bíblica que permitiría una futura y potencial reconciliación y en el caso de que no la hubiera, la persona debe quedarse así sola, de lo contrario romperá su promesa y adulterará su pacto de matrimonio.
Nos extendemos tanto en todo esto porque es muy importante comprender que fornicación no puede ser nunca adulterio, porque si aplicamos en el pasaje de Mateo 5:32 el intercambio de la palabra fornicación por la palabra adulterio, como hacen los movimientos a favor del divorcio, el resto del versículo pierde sentido y a su vez se contradice.
Fijémonos en Mateo 19:9 o Mateo 5:32, y empecemos por la última parte de estos versículos donde dice: “…y el que se casa con la repudiada (divorciada) comete adulterio”. Así que, surge la siguiente pregunta:
¿Cómo podría el Señor Jesús decir en el mismo pasaje dos cosas opuestas?:
Estas dos cosas serían una CONTRADICCION en el mismo versículo porque:
Porque por un lado Jesús, al inicio del versículo, estaría permitiendo el divorcio (según los divorcistas), y por otro lado, al final del versículo, estaría impidiéndolo y, ¿todo esto dicho en el mismo versículo? Imposible tal contradicción, iría contra las leyes de la Hermenéutica y la lógica. Dios no se contradice.
Otra cosa; la frase, “…el que se casa con la repudiada (divorciada) comete adulterio”, se repite en Mateo 5:32 y 19:9, en Marcos 10:11 y en Lucas 16:18; con lo cual los evangelios advierten hasta 4 veces la misma, repetida e importante idea que:
Entonces, aunque un inocente divorciado haya sido abandonado o haya sido por adulterio, éste inocente no puede casarse, porque aun siendo inocente comete adulterio contra su matrimonio y hace cometer adulterio a quien se case con él o con ella.
Por esta razón concluimos, que fornicación no es sinónimo de adulterio. Es absolutamente errada la doctrina divorcista que admite el divorcio por infidelidad, violencia o por abandono.
No solo esto, sino que el pecado es doble, porque el divorciado inocente, a su vez, pecaría y haría pecar:
Por cualquier lado que se mire, todo divorciado, aun “inocente”, comete adulterio si se vuelve a casar. Así que, tampoco hay ninguna salida para defender el recasamiento por infidelidad.
Es importante que la mirada no se quede solo en la frase, “…por causa de fornicación…”, que en sí ya es clara, sino que debemos mirar también cómo termina el versículo de Mateo, es decir que, “el que se casa con la repudiada, comete adulterio”.
Entonces, ¿qué es fornicación en ese texto de Mateo 5:32 y Mateo 19:9? Y si no es adulterio, ¿qué es?
Bueno, si ya hemos descartado que:
Por lo tanto, descartando uno tras otro, todos los diferentes significados de la polisémica1palabra fornicación, SOLO nos queda un significado y es:
Había en determinadas culturas y épocas y –aun hoy en día lo hay– la costumbre de casarse incestuosamente entre hermanos, entre padre-hija, entre hijo- madre, con la cuñada, etc. Pero todo esto estaba prohibido y tipificado en la Ley Judía, en Levítico 18:6-18 como incestuoso, ilegítimo e inválido, es decir, fornicación. Todos ellos constituyen uniones o “matrimonios” aceptados por los hombres, pero no aceptados por Dios porque son “uniones inválidas” ante Él; es decir; son fornicación. Por lo tanto, Jesús está hablando en estos pasajes, solo de “matrimonios o uniones inválidas” como única razón válida de divorcio.
Entonces ahora sí, encajan las piezas en esos versículos de Mateo; encaja la palabra fornicación, referida a uniones matrimoniales inválidas, y encaja la clásica palabra adulterio y así, los versículos de Mateo 5:32 y Mateo 19:9, tienen armonía.
Veamos dos ejemplos de unión inválida/incesto (fornicación) en el Nuevo Testamento:
Así que, si una pareja está unida en matrimonio inválido (incestuoso, bigámico u homosexual), por lo tanto unión ilegítima, eso es fornicación, entonces sí puede y debe divorciarse esa unión, por ser abominable y un riesgo para la salud humana.
Resumiendo, en los versículos de Mateo 5:32 y Mateo 19:9, el Señor enseña dos cosas:
TERCERA RAZON : El creyente no puede tomar la iniciativa de divorcio
Para empezar, recordemos que la Biblia dice que Dios aborrece el divorcio (Malaquías 2:16). Por lo tanto, cualquier “cristiano” que tome la iniciativa de divorciarse es evidente que está en contra de la voluntad de Dios. Dios no dice que aborrece unos casos de divorcio y otros no, sino que aborrece todo divorcio sea por la razón que sea.
Esta tercera razón o argumento, solo es aplicable para los cristianos, es decir, para los que se han convertido, para los que están integrados en una iglesia cristiana y como tales son miembros de esa iglesia y aun así, deciden divorciarse.
Fijémonos bien en el contenido de este tema importante que se pasa por alto en las iglesias:
Si leemos 1ª Corintios 6:1-7, el texto y contexto habla directo a los creyentes, y dice que los creyentes no pueden ir a los jueces civiles a dilucidar ningún pleito (incluido el divorcio) sino que debe ser en la iglesia donde se arreglen estos temas.
Los problemas de separación matrimonial entre creyentes, es un tema que deben asumir los pastores y miembros de la iglesia, e intervenir en el conflicto como dice este pasaje y no los jueces del mundo. Así que, es pecado de desobediencia a este texto bíblico y un mal testimonio ante los de afuera, ir a los jueces civiles a pedir el divorcio.
Así que, en este pasaje de 1ª Corintios 6, vemos cómo el que toma la decisión de divorciarse, está cometiendo pecado porque está haciendo lo contrario a lo que Dios ordena. Muchas mujeres creyentes, desesperadas por la situación y animadas por sus pastores han ido a divorciarse cometiendo este pecado.
El texto bíblico dice: “y si se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer” (1ª Corintios 7:11).
Algunos preguntan: “Entonces, ¿tengo que seguir viviendo con quien es violento, adultero e irresponsable?” La respuesta es NO. Ya hemos dicho que Dios sólo permite separarse.
La palabra griega en este texto de 1ª Corintios 7 para separación es, “χωριςω” (corízo), que significa “separarse, irse, salirse de, apartarse…”, y no la palabra “αποοταιόυ” (apostasión) que significa divorcio, que es la palabra que aparece precisamente en Mateo 5:31 y 19:7.
Por lo tanto, cuando los divorcistas utilizan el texto de 1ª Corintios 7 para alentar el divorcio; cuando la acción es solo separación, y así, cometen un grave error e incitan a las personas al adulterio. El matrimonio una vez constituido, es una “unidad”, se divorcie o no se divorcie la pareja, porque una “unidad” no es solo sexualidad, sino unidad indivisible una vez constituida. Sigue vigente aunque:
De la misma forma que uno sigue siendo “una unidad” con una esposa, que por ejemplo, se haya quedado en coma o tetrapléjica a los pocos momentos de casarse. Aunque por estos motivos no tengan relaciones sexuales, uno sigue siendo una “unidad indivisible” con su cónyuge, es decir está casado, así incluso, la persona se encuentre en la Luna. La distancia y las circunstancias no cambian ese status y vinculo de Pacto y unidad, porque la unidad la hace el compromiso, no el acto sexual.
Por ejemplo,. siguen siendo “una unidad” aunque se encuentren enojados. Cuando uno se enoja con alguien; con un hijo, un amigo, un hermano, etc., el vínculo no se rompe, se rompe la comunión. Uno no deja de ser hijo por enojarse con sus padres, o por una fuerte discusión que hayan tenido entre ellos y aun incluso, en el caso grave de maltratos de padre – hijo, aun y con todo, el vínculo padre/hijo, permanece. Lo mismo es en el matrimonio. Aun habiendo enojos, diferencias, distancias, o incluso un divorcio humano, eso no cambia que sigan siendo “una unidad” ante Dios. No vemos por ejemplo, que los hijos se divorcien de los padres ante los tribunales, ni vemos a un padre ir a divorciarse de su hijo. Es un absurdo, siguen siendo padre e hijo a pesar de los conflictos, diferencias e incluso violencia. En el matrimonio es igual, siguen siendo esposos aunque los jueces los separen.
De la misma manera que con el aborto se mata una unidad viva, el divorcio es matar una unidad viva, el matrimonio.
Una vida es la unión de dos partes vivas y el matrimonio es la unión de dos personas, ambas creadas por Dios y sobre ambas Dios decide, no el hombre. El divorcio es como el aborto, se mata algo que Dios ha creado.
Hay quien no abortaría pero sí se divorciaría, pero ambas cosa son iguales.
En conclusión de este punto:
CUARTA RAZON: Dios mismo da ejemplo de fidelidad
Es interesante observar que, tanto El Señor en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, nunca abandonó a su pueblo ni a su amada. El Mismo Dios nos da ejemplo con su comportamiento que a pesar de la infidelidad de Israel, Yawé nunca la abandonó, ni eligió otro pueblo. Tampoco se casó con otro pueblo, sino que siempre esperó a Israel.
En el caso del Nuevo Testamento, a pesar de las infidelidades de la Iglesia –la Amada–, el Señor nunca la deja, ni busca otra, sino que ha dado su vida y su compromiso de fidelidad a ella por siempre.
Dice Efesios 5:32, que la relación Cristo-Iglesia es la representación mística de la relación y unión esposo/esposa, eso quiere decir que, así como Cristo nunca abandona a su esposa, tampoco debe ser así en el matrimonio.
¿No son estos ejemplos de Dios en el Antiguo y el Nuevo Testamento, una razón contundente? Así que, divorciarse por adulterio o por lo que sea y volverse a casar, no solo es pecado, sino falta de conocimiento bíblico de la fidelidad y del ejemplo de Dios.
QUINTA RAZON: Razón teológica; el carácter de Dios
En el PACTO matrimonial está representado el CARÁCTER de Dios. Por lo tanto, cuando un cristiano rompe el Pacto, divorciándose y volviéndose a casar, está confrontando abiertamente la voluntad de Dios de forma rebelde. Cuando un creyente en Cristo toma el matrimonio como un contrato, tal como lo hace esta sociedad, en vez de tomar los valores bíblicos de PACTO, está difamando el CARÁCTER de Cristo ante los demás, y a su vez se convierte en piedra de tropiezo y de blasfemia para Dios como dice este pasaje:
El corazón y el CARÁCTER de Dios para su pueblo siempre fue de perdón, paciencia, espera, misericordia, oportunidad, fidelidad, etc. y Dios requiere que la iglesia –su esposa, en conjunto– le represente así, y que el creyente de forma individual también ame, acepte, reciba, espere y sea fiel a lo prometido con su cónyuge, a pesar de lo que éste haya hecho mal.
Cuando nosotros –la iglesia, la esposa de Cristo– cambiamos el valor de Pacto matrimonial, por el valor mundano de contrato y enseñamos que está bien hacerlo así, entonces, estamos difamando el nombre y el CARÁCTER de Dios, distorsionando la relación matrimonial de Cristo con su iglesia.
Si nosotros en la iglesia, queriendo que la gente sea “feliz”, animamos a dichas personas a que abandonen el Pacto, y abracen el contrato, y que simplemente vayan y encuentren a otra persona con quien puedan entrar en un nuevo contrato de “felicidad”, estamos entonces perpetuando el distorsionar el CARÁCTER de Dios y la relación de Cristo y su Iglesia y esto no escapará del Juicio de Dios, por cuanto es pecado.
La meta para un divorciado cristiano, no debe ser la búsqueda de la idolatrada nueva oportunidad de felicidad personal, sino que su meta debe ser respetar el CARÁCTER de Dios representado en el Pacto matrimonial.
Cuando los pastores, líderes cristianos y aun los mismos cristianos creen, autorizan y consienten el nuevo matrimonio de cristianos divorciados, ellos están ayudando a Satanás nuevamente a deformar la imagen y el CARÁCTER de Dios tal como éste lo hizo allá en Génesis ante Adán y Eva. Cuando uno se centra en uno mismo, en su felicidad, en su soledad o en su sexualidad, y no en el CARÁCTER de Dios, representado en el pacto de matrimonio, entonces está siendo idólatra y egoísta, es decir está pecando.
Sin embargo, debemos decir que respetar el Pacto no significa que uno no se separe del cónyuge por falta de comunión o pecado grave del otro, pero una cosa es separación y otra, muy distinta, divorcio y nuevo casamiento.
Para terminar este punto, debemos recordar nuevamente estos pasajes sobre el pacto:
CONCLUSIÓN
En el día de hoy vemos que las personas, primero escogen cómo desean vivir y luego, diseñan su doctrina teológica a su conveniencia, para que ésta doctrina se amolde a su estilo de vida pecaminoso.