Características del falso cristiano

¿Cómo podemos reconocer a un cristiano verdadero y a un cristiano falso?

2 Timoteo 4:3

El camino del Señor Jesucristo no es un sendero fácil ni de comodidad. Algunos piensan erróneamente que el evangelio implica una vida sin dificultades, pero no es así. En este caminar, el creyente experimentará aflicciones y pruebas constantes, porque seguir a Cristo es cargar una cruz. Jesús dijo: “El que quiera venir en pos de mí, tome su cruz y sígame”. No prometió llevar nuestra cruz por nosotros, sino que nos invitó a tomarla y seguirlo. Esto nos habla de un trayecto arduo, complicado y lleno de desafíos.

Para transitar este camino, es imprescindible ser parte del Camino. La Escritura relata que la iglesia en Antioquía recibió el título de los del Camino. Esto significa que debemos caminar con Cristo, pues de lo contrario, no podemos llamarnos verdaderamente suyos.

Para comprender este tema, es fundamental reconocer que, mientras una persona no haya nacido de nuevo, sigue siendo de este mundo y de la carne, y no va rumbo al cielo. El requisito indispensable para ser cristiano no es ser miembro de una iglesia, ni pagar ofrendas o diezmos, ni tener un título, sino haber nacido de nuevo, como lo enseña Juan 3.

La Biblia advierte que llegará un tiempo en que las personas no soportarán la sana doctrina. Esto no se refiere únicamente a escuchar la Palabra de Dios, sino a padecer por ella. Sufrir la sana doctrina significa ser probado y afligido a causa de vivir conforme a los principios de la Palabra. Solo quien ha cambiado su estilo de vida en obediencia a Cristo puede experimentar este sufrimiento, pues el camino del cristiano no es fácil.

En muchas iglesias, las personas evitan padecer por la sana doctrina. Prefieren un camino fácil, sin espinas, donde todo se les ofrezca servido. Quizá les otorguen títulos o cargos que parecen atractivos al principio, pero la realidad es que, aunque una persona pueda tener dones para desempeñar un rol de liderazgo, si no ha desarrollado el carácter necesario para sostenerse en medio de las pruebas, no resistirá.

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Dos cosas pueden ocurrir en estos casos:

  1. La persona se corrompe y se convierte en un falso cristiano.
  2. Se aparta del camino y regresa al mundo.

Por eso, hay que tener cuidado con las iglesias que prometen todo sin esfuerzo, donde nunca se reprende, corrige o confronta al creyente. Muchos pastores se enfocan únicamente en llenar sus templos y aumentar en número, pero no preparan a sus congregaciones para enfrentar las pruebas que conlleva seguir a Cristo. Cuando llegan las adversidades, estos creyentes no tienen fundamentos sólidos y su fe se desploma, porque no han entendido lo que significa verdaderamente seguir a Jesús.

BASE BÍBLICA

Juan 18:36
Jesús respondió: “Mi reino no es de este mundo”. Esta afirmación subraya que el Reino de Cristo opera de manera completamente distinta al reino terrenal en el que vivimos. En el Reino de Dios, los valores, principios y propósitos trascienden las limitaciones de este mundo y nos llaman a vivir de una manera completamente diferente.

2 Corintios 2:11
Cuando el apóstol Pablo exhorta a no ignorar las maquinaciones del enemigo, nos invita a entender que nuestra lucha no es natural, sino espiritual. En este camino, no gana quien corre más rápido ni quien alcanza primero un ministerio, sino aquel que se aferra a Dios y persevera hasta el final. La vida cristiana es una carrera de resistencia, como un maratón donde lo importante no es la velocidad inicial, sino la constancia para llegar a la meta.

Muchos empiezan rápido, alcanzando títulos y ministerios sin antes desarrollar el carácter necesario para sostenerse en las pruebas. Esto puede llevar a frustraciones y tropiezos cuando llegan las dificultades propias de la fe. Por eso, se nos anima a humillarnos delante de Dios y permitirle moldear nuestro carácter, incluso si eso implica esperar antes de lanzarnos a un ministerio. El tiempo y las pruebas desarrollan la madurez que necesitamos para sostenernos a lo largo de toda una vida de servicio.

1 Juan 4:1
El mandato de probar los espíritus puede parecer complicado, pero es esencial en estos tiempos. Hoy en día, los falsos cristianos son más numerosos que los verdaderos, y con frecuencia en las iglesias llamamos “hermano” a todos, sin discernir quién realmente ha nacido de nuevo y vive en obediencia a Cristo. La Biblia nos enseña a observar si lo que una persona dice coincide con cómo vive, especialmente en las pruebas. Un cristiano verdadero demuestra su fe al atravesar y superar grandes pruebas. Por eso, las Escrituras enfatizan que la victoria no es para el que simplemente corre, sino para el vencedor.

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Gálatas 1:8
El apóstol Pablo advierte: “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema”. Esto nos alerta contra doctrinas falsas disfrazadas de espiritualidad. Incluso si un ángel glorioso predicara algo contrario al evangelio de Cristo, no debemos ser engañados. No importa cuán impresionante sea la apariencia o cuán elocuente sea la persona; debemos evaluar lo que sale de su boca y su fidelidad a la sana doctrina. Santiago también nos recuerda que no puede salir de una misma fuente agua dulce y amarga; así podemos discernir entre lo verdadero y lo falso.

Romanos 16:17
¿Qué hacer si alguien en la congregación vive en chismes o divisiones? La Biblia es clara: debemos apartarnos de ellos. Estas personas, al fomentar conflictos y divisiones, son falsos cristianos que dañan la obra de Dios. Si alguien persiste en el pecado y no muestra cambios, no podemos confraternizar con ellos, pues su conducta puede arrastrarnos en la misma dirección.

Juan 7:24
“No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio”. Muchas personas aparentan ser algo que no son, y por eso debemos ser maduros para discernir. No todo lo que brilla es oro, y no debemos dejarnos llevar por las emociones o las primeras impresiones.

1 Pedro 1:3
El apóstol Pedro advierte sobre falsos maestros y profetas que surgen dentro del pueblo de Dios, no del mundo. Estas personas poseen habilidades para predicar, convencer e incluso aparentar dones o milagros, pero nunca se convirtieron realmente. Muchos cristianos caen en sus engaños porque no han profundizado en la Palabra ni se han comprometido con una verdadera transformación espiritual. La sana doctrina abarca todos los aspectos de la vida cristiana: cómo vivir en santidad, amar, perdonar, crecer espiritualmente, apartarse del pecado y enfrentar la guerra espiritual. No podemos enfocarnos en un área y descuidar las demás.

2 Timoteo 4:3-4
El apóstol Pablo también nos advierte sobre aquellos que se apartan de la verdad buscando maestros que les digan lo que quieren oír. Estas personas, con “comezón de oír”, persiguen mensajes que no los confronten ni los llamen a cambiar, prefiriendo fábulas en lugar de la verdad. El verdadero cristiano, en cambio, busca la verdad, aunque esta lo incomode o lo confronte.

Conclusión
El cristianismo no es un camino de comodidad, sino de compromiso, sacrificio y transformación. Reconocer a un verdadero cristiano implica observar cómo enfrenta las pruebas, cómo camina en obediencia y cómo persevera en la sana doctrina, aun cuando esto signifique sufrimiento y oposición. El caminar con Cristo no es fácil ni rápido; requiere perseverancia, carácter y una vida enraizada en la verdad. Debemos probar los espíritus, reconocer los frutos y no dejarnos seducir por apariencias o mensajes que solo buscan agradarnos. La verdadera fe implica transformación, pruebas superadas y fidelidad a la sana doctrina, un compromiso que nos sostiene hasta el final.

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