Desperdiciando el tiempo para servir al Señor

Éxodo 3:10-13

¿Cuál sería la señal? El Monte Sinaí sería el lugar donde ellos iban a ofrecer sacrificio a Dios una vez salieran de Egipto, le dice el Señor: “Esto te será por señal”. Cuando Dios nos llama, a veces nosotros no sabemos por dónde nos va a llevar el Señor, qué nos va a venir, qué nos va a pasar, o qué dificultades tendremos que enfrentar. Nosotros no sabemos, pero debemos tener paz, porque si seguimos a Cristo, Él sí sabe por dónde va todo esto. Dios nunca pierde el camino; nosotros podemos perdernos, pero Dios nunca pierde el camino. Y si Dios te escogió, Él te pondrá en el camino una y otra vez porque Él sabe dónde te va a llevar. Él sabe por qué te salvó, sabe por qué te está trayendo a su casa. No te está trayendo para que sigas viviendo el mismo patrón que vivieron tus padres, la misma maldición que ellos vivieron, que tal vez hasta murieron por ello. Dios nos está llamando porque Él tiene un proyecto perfecto y en ese proyecto está tu nombre. Tú estás involucrado en ese proyecto de Dios.

En el versículo 13, Moisés le dice a Dios: “He aquí que llego yo a los hijos de Israel y les digo: ‘El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros’, si ellos me preguntaran: ¿cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?”. Y respondió Dios a Moisés: “Yo Soy el que Soy”, le dice Dios. “Y así dirás a los hijos de Israel: ‘Yo soy’ o YAHWEH”. Es el nombre que más usó porque la palabra “Jehová” no está en ninguna traducción original de la Biblia; es una palabra que se inventó al juntar el nombre YHWH con la palabra Adonai, y de ahí salió “Jehová”. Ese nombre que usa ahí Dios, que significa “Yo soy”, no es tanto un nombre como tal, es más como decir: “Yo soy todo”. Porque en la Biblia, Jesús también es el nombre de Dios, pero también se le llama “el Señor Dios” al Dios Padre. Es decir, a Dios no se le puede definir con un solo nombre, pero este nombre “Yo soy” lo abarca todo. “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6). “Yo soy la puerta” (Juan 10:9). Jesús dijo: “Yo soy el Señor Jehová de los ejércitos”, o Yahweh de los ejércitos. Entonces, definir a Dios, nadie puede. Ni yo ni nadie.

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Del versículo 15 al 22, Dios le está diciendo a Moisés todo lo que viene. Dios le dice: “Mira, tú vas a ir a Faraón con los ancianos y no va a aceptar Faraón. Faraón se va a negar a dejar que salgan de Egipto, pero sabes qué, yo voy a permitir eso para que pueda derramar todo mi juicio sobre Egipto y para que, a través de ese juicio, ustedes no salgan con las manos vacías”. Y eso fue casi al final de las diez plagas. Dios tiene todo escrito, todo planeado. Así que no tienes por qué quejarte de tus padres, de ser pobre o rico, de tu esposa. Más bien, pregúntate ahora: ¿qué me toca hacer a mí para que el nombre de Cristo sea glorificado? Para que, a través de esta situación que estoy viviendo, el Señor termine de cumplir su plan conmigo, porque todo lo hace perfecto. Claro, no fue la decisión de Dios, fue tu decisión, pero el plan de Dios continúa escrito.

Una de las cosas importantes para los matrimonios es entender que Dios no me llamó a cambiar a mi esposa. El varón tiene que aprender a amar a su esposa como Dios te la dio. Si la amas de verdad, Dios hará que ella mejore cada día. Tendemos a mirar lo malo y no las virtudes que tiene la persona. Miremos el ejemplo de Cristo cuando escogió a sus discípulos: Pedro, un pescador malcriado; Juan, un hombre colérico; Judas, un ratero; personas del vulgo, dice la Biblia. Ellos eran iletrados, pero ¿qué hace Dios? Dios toma eso “podrido” y lo hace fructífero. ¿Por qué? Porque Jesús los vio como lo que iban a ser, no como lo que eran en ese momento.

Moisés tiene una experiencia con Dios. En ese momento, Dios ya le está dando todo lo necesario para cumplir su misión. Luego, Moisés ve la zarza ardiente, y recibe la unción. La palabra “unción” es autoridad, el poder para hacer la obra de Dios.

Éxodo capítulo 4: En este capítulo es donde Moisés empieza a dudar. Está viendo a Dios en la zarza ardiendo en la montaña, algo que no se apaga, y Dios le está hablando. Pero todos somos así. Moisés responde: “He aquí que ellos no me creerán ni oirán mi voz, porque dirán: ‘No te ha aparecido YAHWEH’”. Lo que Moisés está diciendo tiene lógica, porque nos enseña que si no estás de acuerdo con algo, puedes decírselo a Dios. A Él no le molesta que algo no esté claro para ti. Moisés no estaba de acuerdo con todo lo que veía. Él veía la gloria de Dios en la zarza ardiendo, Dios hablándole, pero Moisés dice: “Ellos no me creerán”. Y Dios no le dice “blasfemo”, lo que a Dios le molesta es que no le digas que dudas, que te quedes con tu duda guardada en el corazón y no ores. Si dudas, como hijo o hija de Dios, tienes todo el derecho de venir a tu Padre y decirle: “Papá, no estoy de acuerdo con esto”. Moisés tenía lógica para decir esto, porque la visión solo la tenía él, no el pueblo. Además, el faraón se iba a acordar de él, pues Moisés había huido de Egipto, y podría ordenar su muerte.

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En el versículo 2, Dios le dice: “¿Qué es eso que tienes en tu mano?”. Moisés tenía algo en su mano. Lo que Moisés tenía en su mano le pertenecía a él, era algo que ya poseía, no algo que Dios le iba a mandar del cielo. Moisés respondió: “Una vara”. En el versículo 3, Dios le dijo: “Échala a la tierra”. Y él la echó y se convirtió en serpiente. No solo eso, sino que dice que Moisés huyó de ella. Hermano, si entiendes esto en el mundo espiritual, verás cuántas veces tenemos lo que necesitamos en nuestras manos, pero no lo vemos. Nosotros a veces tenemos la solución a lo que estamos viviendo, pero en lugar de usarla, huimos de ello. Por ejemplo, los talentos los tenemos, pero a veces decimos: “Voy a emprender, pero seguro todo me va a salir mal. Seguro me va a faltar esto”. En otras palabras, huimos de lo que Dios nos ha dado, porque depender de Dios significa renunciar a la seguridad que tenemos dependiendo de otros. Si tenemos un trabajo y nos pagan, no vamos a dejar de trabajar para comenzar algo por nuestra cuenta, aunque con esto tengamos para comer. Entonces, dejar esa seguridad y depender de Dios significa un riesgo, un peligro, y la mayoría de la gente no está dispuesta a pasar por eso. Pero esa seguridad no es segura. A veces esa seguridad es la que no te permite venir a la iglesia, no te deja desarrollarte en la obra. La mejor seguridad es Cristo, y Dios nos ha dado talentos. Tú tienes talentos, habilidades, pero también miedos, temores y frustraciones. Dios te ha dado inteligencia, emprende lo que a ti te gusta, lo que te hace feliz. Moisés huía, pero no tenía que huir; solo tenía que escuchar la dirección de Dios. Dios le dice: “Moisés, escucha, extiende tu mano. Esa serpiente que temes, que es tu vara, debe obedecerte a ti”.

Cuando Dios llama, tiene un plan. Aquí lo vemos: el plan de Dios con Moisés era liberar a una nación de tres millones de judíos en Egipto, el país más poderoso en ese tiempo, ante el cual no había quien pudiera enfrentarse. Solo una intervención divina podría lograrlo, y Moisés no tenía nada.

Podemos reflexionar y preguntarnos: ¿cuáles son mis sueños? En tu mente, visualizas esos sueños que Dios te ha dado. Quizá te ves lejos de alcanzarlos, pero Dios no lo ve de esa manera. Él te pregunta: “¿Qué tienes en tu mano?”. Es decir, ¿qué tienes ahora? Porque dices: “Para lograr esto, necesito esto o aquello, me falta lo otro”. Pero Dios te dice: “¿Qué tienes ahora para empezar?”. Las demás cosas vendrán por añadidura. Eso significa: no esperes a tener todo en la mano para comenzar a luchar por lo que Dios ha puesto en tu corazón. Comienza con lo que tienes y no esperes que los demás lo entiendan. Moisés pensaba: “No me creerán, les hablaré y no me creerán”. Pero Dios estaba hablándole a él, y no debemos esperar que todos entiendan lo que Dios te ha dicho. Cuando tienes un sueño, la gente te dirá: “Eso no es para ti, no tienes lo suficiente”. La realidad es que es un proceso largo. Para que Moisés tuviera éxito, primero tuvo que entender que lo que Dios le había dado era suficiente. Si tienes un sueño, no te des por vencido.

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