¿Cómo las pruebas nos forman?
Jeremías 18:1-4 “Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: 2 Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. 3 Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. 4 Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla.”
“¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová” (Jeremías 18:6).
Introducción:
La alfarería es un antiguo arte de elaborar vasijas de barro o de cerámica (proceso similar) procesos:
Filipenses. 1:6 nos dice: “Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”.
HAY ALGUNOS MATERIALES DE UN VALOR INTRÍNSECO, DE UN VALOR ENORME
Si hablamos de materiales, hay algunos de un valor intrínseco, enorme, por ejemplo: el oro. Si le dan un pedazo de oro aunque no tenga forma usted lo valora porque es oro. Un joyero lo funde y hace algo de muchísimo valor porque el material tiene un valor intrínseco aunque no tenga forma alguna. El material precioso tiene un valor propio. Si a usted le dan una joya muy hermosa forrada en piedras preciosas, pero le dicen que es de fantasía, aunque sea muy elaborada, si la dejara olvidada usted no la sentiría mucho, porque no es genuina. Pero si olvidara una prenda de oro, trataría de recuperarla por el valor que ella tiene, por el valor del material. Con el barro y la vasija es lo contrario, porque el material mismo de donde proviene la vasija (el barro) aporta todo el honor y el reconocimiento al alfarero.
El que ve un vaso de barro dice: ¡qué lindo, que formas tiene, que fino lo preparó el alfarero, que lindas líneas y que colores! Pero no dice: ¡qué precioso el material!, porque el material es barro y seguirá siendo barro. El mismo barro que usted se limpia y sacude de sus zapatos, material que nadie quiere y que no tiene valor intrínseco, tiene valor de acuerdo al trabajo del artista, en ese caso, el alfarero. Nuestro valor no es de nuestra naturaleza porque somos polvo, somos barro, somos tierra, pero la mano del Omnipotente nos tocó, nos tomó e hizo la diferencia. Por tanto no nos puede tocar el gusanillo del orgullo, es allí donde el que trata de jactarse le está restando la gloria a Dios, y nadie peleó con Dios y le fue bien.
El origen del material de donde provenimos, nos debe recordar de donde nos sacó el Señor. El Señor, no está mirando si esta vasija tiene diez títulos académicos o si es una persona que no conoce de letras. El Señor no está calificando el material, porque el material siempre será el mismo. Nunca debemos de caer en el error de creer que la intelectualidad es lo que esta Obra necesita para hacer que las cosas funcionen mejor. Dios le puede dar a un intelectual grandes cosas que de la misma manera se las puede dar a un analfabeto. Nunca podremos ponerla dentro de la Obra del Señor como una prioridad, cuidémonos de ese detalle tomando siempre cuenta de dónde Dios nos sacó. En la Obra de Dios, no importa si Dios te hizo pastor, o presbítero, un gran predicador, un gran evangelista, o un hombre de muchos recursos, siempre recuerda que eres polvo y barro en las manos del Omnipotente.
Ro. 9:20-24 nos dice: “Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparado para destrucción, y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria, a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles?”.
III. LA VIDA ES UNA RUEDA.
Y para lograr ese ideal usa la rueda y el torno. La rueda da vueltas, es decir, la disciplina humana, las revoluciones diarias de nuestra vida donde pasamos la experiencia una y otra vez hasta que el barro toma forma con la repetición de las experiencias, las cuales nos fortalece. No tienes que parecerte a nadie, tú debes y puedes ser tú con ese talento que Dios te dio o esos cinco talentos que Dios te dio, ubícate y comienza a trabajar para la gloria de Dios. Cuando hablamos de futuro hablamos de esperanza, y es lo que tenemos. Dios es perseverante y aunque aquella vasija que hizo primero se echó a perder, ahí había una vasija perfecta; Dios nos dio una vasija más perfecta que nuestro modelo, este es Jesucristo.
Mantengámonos en la rueda donde Dios va sacando finura, va quitando lo duro, removiendo la piedra, puliendo asperezas y perfeccionando el material. Nunca puede faltar el toque maestro de su mano, donde está ese borde, ese vivo que se hace alrededor y ese perfil, porque ése es el toque de su mano. Sus manos preciosas y poderosas son las que nos han dado el perfil que tenemos, el perfil de Cristo.
La vida debe tener sus hornos.
2. Los tres jóvenes hebreos fueron arrojados en el horno y en el descubrieron que el Alfarero estaba allí en el fuego con ellos. (Dan. 3: 19-2